Nathalie Leclerc, quien dirigió Roche en Uruguay, Bolivia y Paraguay durante los últimos cuatro años, se despide con un mensaje contundente: “Pocos países combinan estabilidad, talento y apertura como Uruguay para quienes buscan innovar en salud”.
Estabilidad que permite pensar a dos décadas
En una industria donde un nuevo tratamiento puede demorar 10 – 20 años en llegar al mercado, el marco institucional uruguayo es una ventaja competitiva: reglas claras, seguridad jurídica y políticas públicas predecibles.
Talento y colaboración que aceleran los proyectos
- Investigadores de primer nivel que se integran sin fricción a equipos globales.
- Academia, Estado e industria sentados en la misma mesa: la fórmula que permitió, por ejemplo, traer a Punta del Este el Research Camp 2024 —la primera edición fuera de Europa— y exhibir capacidades en oncología y neurociencias.
Infraestructura digital lista para la próxima ola
Historia de digitalización sanitaria, conectividad y manejo responsable de datos clínicos: insumos clave para ensayos, medicina personalizada e inteligencia artificial aplicada a salud.
“El país cuenta con la base tecnológica y la madurez regulatoria para trabajar con datos reales de forma responsable”, remarcó Leclerc.
Hoja de ruta para el inversor
- Aprovechar la estabilidad para proyectos de I+D de largo aliento.
- Conectar con la red científico-académica para acelerar validaciones y ensayos.
- Escalar desde Uruguay hacia Latinoamérica con una logística sencilla y personal multilingüe.
Leclerc cierra su etapa en Montevideo, pero deja abierta la invitación: “Quien quiera invertir en ciencias de la vida y pensar a largo plazo encontrará en Uruguay un socio fiable y un ecosistema dispuesto a co-crear”.
Fuente: Uruguay XXI