Quería empezar esta columna, y a modo de presentación, contarles un poco de mí.
Nací en el siglo pasado en Buenos aires y siempre fui un niño bastante curioso.
Coleccionista de experiencias y todo tipo de objetos, marquillas de cigarrillos (de las primeras cosas que recuerdo), aviones, bolitas, estampillas, monedas, boletos capicúa, autitos , muñequitos de chocolatines Jack, piedras, mapas, barcos, globos terráqueos…..
Tenía habilidad para desarmar y, con suerte, volver armar y arreglar cosas. Era el encargado de la casa para arreglos de electricidad, carpintería, galletas de reeles de pesca y temas electrónicos. Mirando esto en perspectiva tendría que haber hecho un curso de plomería y ahora estaría salvado.
No lo hice, así que les sigo contando que una de las cosas que más me gustaba era la magia. Cada cumpleaños al que iba y la atracción era un mago, impulsaba mi determinación por conocer más de la materia. Tuve varios juegos y libros que explicaban los trucos ya que lo que a mí más me interesaba era saber cómo se realizaba la ilusión. Sabía que no podía ser real lo que veía y mi obsesión (como la de otros amigos) era descubrir al mago en pleno espectáculo.
Fui creciendo y mi curiosidad conmigo. Practiqué todos los deportes que pude aprender y a la hora de estudiar también me explayé de una punta a otra, de la medicina al diseño gráfico.
Seguramente a esta altura del relato se deben estar preguntando o diciendo “y a mi que c…. me importa”, pero a donde quería llegar es que en el mundo de los negocios tengo las mismas inquietudes, entender cada empresa, por donde pasa su modelo de negocio, donde está la magia que hacen para ser exitosos y poder entenderlas. Es apasionante descubrir cómo el hombre se gana la vida, los miles de formatos que ha descubierto que pueden ser una necesidad o servicio para otros.
En este espacio me propongo analizar con ustedes las últimas novedades en materia de negocios, y si podemos, descubrir cuál es esa magia que deslumbra al público para utilizarla en nuestros proyectos.