En un mundo frágil, ansioso, no lineal e incomprensible, la Inteligencia Artificial (IA) se abre camino pareciendo apropiarse de lo que creíamos nuestro como seres humanos: la inteligencia. El asombro y curiosidad que esto despierta, compiten con el miedo y desconfianza que nos provoca. Si nuestra inteligencia se puede replicar artificialmente, ¿qué nos distingue como humanos?
Hace unos días, durante el evento GX 30 de Genexus, tuvimos el privilegio de escuchar a Vera Babat, CCO de Abstracta. En su exposición, Vera abordó la idea de la inteligencia artificial como el cuarto golpe narcisista a la humanidad, según la perspectiva psicoanalítica. Recordó que la primera herida narcisista la provocó Copérnico al demostrar que la Tierra no es el centro del universo, despojándonos de nuestra percepción egocéntrica y ubicándonos como un planeta más. Vera también exploró la segunda herida que, gracias a Darwin y su teoría de la evolución, nos mostró que somos una criatura biológica más en el planeta. La tercera herida, propuesta por Freud, reveló que, incluso en la era industrial, no somos sólo seres racionales sino que nuestras acciones están gobernadas también por un inconsciente. La cuarta, la inteligencia artificial, ¡qué golpe! La inteligencia artificial nos desafía brutalmente, sacudiendo a la humanidad al desterrar lo distintivo de nuestra inteligencia. Este evento nos confronta de nuevo, por cuarta vez con una herida que para muchos va al centro de nuestro narcisismo. Atenta contra la esencia misma de lo que significa ser humanos.
Entonces, ¿qué tiene de inteligente la IA? McKinsey & Company, la reconocida empresa de consultoría de gestión global, define la inteligencia artificial como “la capacidad de una máquina para realizar funciones cognitivas que asociamos a la mente humana, como percibir, razonar, aprender, interactuar con el entorno y resolver problemas o incluso utilizar la creatividad”.
Si la capacidad de aprendizaje de la inteligencia artificial es un artificio creado por el ser humano “a su imagen y semejanza”, surge la pregunta crucial: ¿qué distingue a la inteligencia humana como natural? En este contexto, es fundamental reconocer que la capacidad de aprendizaje humano va más allá de simples algoritmos y procesos cognitivos. La singularidad radica en la interconexión de lógicas emocionales y sociales, creando un proceso individual e irreproducible para cada persona. La complejidad de esta interacción no la vuelve incomprensible, sino más bien única. Como señala Vrinda Johnson en su columna del 30 de agosto de 2022 en la revista Forbes, en tanto seres sociales, los humanos destacan en la interacción con otras personas, ya que poseen la capacidad de procesar información abstracta, son conscientes de sí mismos y sensibles a las emociones de los demás. En contraste, la IA aún no ha dominado la habilidad de interpretar de manera precisa las señales sociales y emocionales relevantes, menos aún de desarrollar personalidad propia.
En este escenario, nuestra búsqueda resulta de incorporar herramientas que nos hacen más productivos, como la IA, e integrar la mirada humanista de la Psicopedagogía Laboral. Ésta emerge como un campo que busca comprender los procesos de aprendizaje en el ámbito laboral. Se centra en cuatro aspectos clave: la identidad laboral, el aprendizaje continuo, la motivación para aprender y la socialización. De esta manera, se aventura a descifrar las complejidades que subyacen en la comprensión de los adultos en el entorno laboral.

El miércoles 13 de diciembre en el Piso 40 del WTC, se llevó adelante el cierre de la primera edición de la Diplomatura en Psicopedagogía Laboral del Uruguay. Esta iniciativa, coordinada por Valentina Fernández Rago y Cecilia Irazoqui Ahlig, pioneras en la materia en nuestro país, ha culminado exitosamente con una generación de profesionales listos para aplicar los principios y conceptos de la Psicopedagogía Laboral a su realidad laboral, potenciando así sus habilidades y contribuyendo al desarrollo de entornos laborales más saludables y eficientes. Se hicieron presentes en el evento de cierre, Santiago Fernández -Director de Orange Attitude-, Soledad Scagani -Head de HR Services en BASF-, y Rodolfo Sosa Jacué -Asesor Pedagógico de Academia Montes del Plata-, quienes aportaron su visión desde las empresas.
Así, en la convergencia de las empresas y la academia, abrazamos el desafío que plantea la inteligencia artificial con una comprensión más profunda de los procesos humanos. Creemos firmemente que de esta forma se está escribiendo un nuevo capítulo en la evolución de cómo entendemos y aplicamos el aprendizaje en el ámbito laboral.
