En un mundo cada vez más consciente de la urgencia climática, Uruguay se posiciona como un referente en la integración de la sostenibilidad ambiental con su estrategia económica y financiera. Durante su reciente participación en el panel de Agro en Punta, el director de la Unidad de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas, Herman Kamil, desglosó las iniciativas que el país está implementando para alinear sus compromisos ambientales con sus objetivos económicos.
Kamil destacó la prioridad que el gobierno uruguayo dio a la mitigación y adaptación al cambio climático, «una prioridad que quedó establecida en la Ley de Presupuesto 2020».
De acuerdo con sus declaraciones, desde 2018, las interacciones con inversores internacionales revelaron un creciente interés en la huella ambiental, influyendo decisivamente en sus decisiones de inversión.
Frente a este escenario, Uruguay no solo se adaptó, sino que innovó: “lo que nos pusimos a pensar en el año 2020 fue de qué manera podíamos alinear la estrategia de financiamiento del gobierno con los objetivos ambientales de mitigación que el país ya tenía comprometido ante el Acuerdo de París». El resultado fue el desarrollo de un bono global soberano que, por primera vez, vincula explícitamente el costo de endeudamiento del país con su desempeño en metas de sostenibilidad.
Para Kamil esta estrategia beneficia al país al reducir la tasa de intereses si logra o sobrepasa sus objetivos ambientales y explicó que Uruguay no solo ha establecido estos ambiciosos objetivos, sino que construyó una infraestructura estadística robusta para el reporte, monitoreo y verificación de sus emisiones, colocándose como «ejemplo en el mundo».
«Al impulsar este bono, lo que estamos tratando de impulsar también es esa idea de que lograr los objetivos ambientales en aras de lograr una mayor productividad en el país no es solo responsabilidad del gobierno, es un esfuerzo nación que incluye el sector público y el sector privado», afirmó.
Este bono sostenible generó una fuerte demanda, ampliando la base de inversores y mejorando la capacidad de negociación del país. Más allá de los beneficios inmediatos, la estrategia subraya la tendencia global hacia la descarbonización y la protección de la biodiversidad, factores cada vez más relevantes en las relaciones económicas y diplomáticas internacionales.
Uruguay ve en el enfrentamiento al cambio climático no solo una gestión de riesgos sino una oportunidad para potenciar su seguridad alimentaria y productividad de manera sostenible. «La ventana que estamos mostrando al mundo es la de un país que busca aportar a la seguridad alimentaria de una forma que sea sostenible», concluyó Kamil, augurando un futuro prometedor para Uruguay en el escenario global de la sostenibilidad.