Fundada en 2018 por los jóvenes Francisco Voulminot y su prima Soledad Quiarino, la empresa logró superar las 200 empresas clientes y es reconocida como una “empresa B” por su triple impacto, económico, ambiental y social.
Con 30 años, Francisco Voulminot lidera junto a su prima Soledad Quirino, la empresa Abito (sigla que significa Acción por el Bien de Todos) de gestión sustentable de residuos que desde 2018 hasta el presente a reciclado más de 4 millones de toneladas de desperdicios.
La empresa comenzó con foco en empresas hasta la llegada de la pandemia que casi se fundieron y debieron adaptar el modelo de negocio. “Empezamos con un enfoque en empresas, asesorándolas en la clasificación de residuos en origen. Íbamos bien, crecíamos. En marzo de 2020 invertimos y nos mudamos a un lugar más grande pero justo llegó la pandemia. Pasamos momentos muy difíciles. Tuvimos que reinventarnos y enfocarnos en hogares y asesoramiento para salir adelante”, comentó.
Este cambio estratégico no solo permitió a Abito sobrevivir, sino que luego, con el regreso de las empresas, impulsó su crecimiento exponencial. Hoy en día, Hábito cuenta con más de 200 clientes, abarcando desde pequeñas oficinas hasta grandes industrias.
Desarrollo con impacto
Abito no es solo una compañía de recolección de residuos, sino que además tiene el foco en que esa basura vuelva a tener un uso.
“En Abito, decimos que todo junto es basura, pero separado son materiales que pueden volver al ciclo productivo”, enfatizó Voulminot. Hay recicla entre 14 o 15 categorías entre papel, cartón, plásticos y nylon. En la parte de residuo compostables, se envía a Bioterra para que se transforme en abono natural o se destinan a la alimentación animal con criaderos.
Uno de sus diferenciales es que se encarga de todo el proceso de gestión de residuos: desde la clasificación en origen que incluye el asesoramiento a las empresas, hasta la recolección y el envío a las plantas de reciclaje y compostaje. Pero no es todo, la compañía también implemento un sistema de medición que permite conocer el impacto de cada acción de las empresas. “Nuestra fortaleza es nuestra capacidad de asesorar y facilitar a las firmas en cómo clasificar y gestionar sus residuos de manera responsable. Esto incluye desde qué tachos usar hasta la implementación de sistemas de seguimiento 100% trazables y medibles”.
Voulminot destacó que este proceso detallado permite a Abito reportar a sus clientes el impacto real de su reciclaje. Según sus datos, ha evitado la tala de 45.000 árboles, se logró una reducción de emisiones de CO2 equivalentes a haber hecho 2.000 viajes en auto a nafta de ida y vuelta a San Pablo. Además, por el reciclaje de papel y el cartón, en estos seis años evitaron el consumo de 35.000 millones de litros de agua que equivale al consumo de 140 días de todos los hogares de Montevideo.
Estas métricas tangibles ayudan a las empresas a comprender el valor de sus esfuerzos de reciclaje y refuerzan la importancia de una gestión de residuos responsable.
El viaje personal hacia la sostenibilidad
Una de las características que hacen de Abito diferentes a otras empresas es que su génesis fue ser una empresa con impacto. Y de esto, Voulminot tiene mucho que ver. “De chico pasaba veranos enteros en el campo y ahí aprendí a respetar y admirar la naturaleza, aprender de ella. Después nos mudamos a la ciudad y me acuerdo de notar ese contraste, de cómo rompemos el equilibrio de la naturaleza con actividades diarias y cotidianas, desde cómo producimos a cómo consumimos y a cómo desechamos”, indicó. Luego decidió estudiar Administración de Empresas con especialización en agronegocios, donde tomó contacto con los conceptos de economía circular y el triple impacto.
“Tuve materias de Economía Circular y Triple Impacto que me volaron la cabeza y me di cuenta en ese momento que iba a rumbear para este lado”, enfatizo.
Pero donde todo terminó de cerrar fue en un viaje al País Vasco, previo a su tesis donde observó prácticas avanzadas de gestión de residuos. Eso reforzó su deseo de traer esas ideas a Uruguay. «Al regresar, me di cuenta de que había una gran desconexión entre los generadores de residuos y las plantas de reciclaje aquí. Y enfoqué mi tesis en ese tema», recuerda Voulminot. Le comentó su idea a su prima y juntos decidieron crear la empresa.
La planta de clasificación: pilar fundamental
Uno de los hitos más significativos para Abito fue la inclusión de su propia planta de clasificación de residuos.
“Ese paso es una parte muy clave para poder hacer esta conexión y que estaba faltando. En nuestra planta, desglosamos los materiales en categorías homogéneas, lo que facilita el reciclaje y asegura que los materiales se devuelvan al ciclo productivo de la mejor manera posible”, comenta Bluminot. Este nivel de detalle es crucial para maximizar la calidad del reciclaje y asegurar que los materiales reciclados sean competitivos en el mercado.
Asimismo, la inclusión de tecnología avanzada y maquinaria en sus operaciones futuras es otro pilar en la estrategia de Hábito. “Estamos constantemente buscando formas de mejorar y modernizar nuestra cadena de gestión de residuos”, dice Voulminot.
En ese sentido, adelantó que invertirán para comenzar a reciclar y agregar valor en la planta. “Comenzaríamos por unos tipos de plásticos y también hay mucha demanda para generación de bolsas a partir de reciclados y otros tipos de productos a partir de esa materia prima. Después también buscaremos innovar en la gestión del residuo orgánico compostable”, dijo.
Impacto social
Otro de los puntos altos que destacó Vouminot es la característica de Abito de triple impacto, hecho que le valió ser elegida Empresa B. “No solo buscamos sostenibilidad económica, sino también un impacto positivo en el medio ambiente y en la sociedad. Somos catalizadores en cuanto de un cambio cultural de ir hacia la economía circular y el desarrollo sostenible. Cuando un cliente se integra a nuestra comunidad se genera un cambio cultural en esa empresas que luego, el que trabaja ahí lo traslada a la casa. Luego, a nivel interno tenemos la política de integrar y emplear a gente que trabajó toda la vida de esto, pero en la informalidad. Nuestra política es integrarlos en nuevas formas de gestionar los residuos y les damos un trabajo digno, en condiciones dignas, un empleo estable, un trabajo seguro. Entonces ahí también estamos sacando a esta gente de la calle. Hoy en día somos 30 personas en Abito y en la planta unos 15”.
Hoy, con foco en el triple impacto, el emprendedor reflexiona sobre el buen momento de la empresa y cómo eso es positivo para todos. «Es que, cuanto mejor le vaya a Abito, mejor le va al mundo», resumió.
Según sus datos, ha evitado la tala de 45.000 árboles, se logró una reducción de emisiones de CO2 equivalentes a haber hecho 2.000 viajes en auto a nafta de ida y vuelta a San Pablo. Además, por el reciclaje de papel y el cartón, en estos seis años evitaron el consumo de 35.000 millones de litros de agua que equivale al consumo de 140 días de todos los hogares de Montevideo.