Siempre que me preguntan cuánto hace que tengo mi empresa y mi respuesta espontánea es son… años a la intemperie. Recién ahora que esa frase vino a mi mente, en este espacio que no deja de ser autorreferencial, me pongo a meditar el alcance de la misma.
La interpretación primaria y natural es el concepto de exponerse a la adversidad saliendo de la zona de confort para enfrentarse a la incertidumbre. Parece un tanto fatídico, pero no deja de tener un componente de realidad. Cuando decidí emprender, para abrir mi propia agencia de comunicación y marketing y dejar la seguridad de un empleo que me ofrecía la comodidad y estabilidad necesaria para alguien de 26 años, esa decisión no estuvo exenta de miedo a lo desconocido y del manejo de todos los escenarios posibles de fracaso. Fue así que di el primer paso, abriendo el paraguas para salir a pisar ese nuevo mundo laboral, ya que a pesar de que el clima se mostraba soleado y esperanzador el cielo, muy a lo lejos podía divisar los nubarrones que decían se terminó lo predecible y hay que cargar la mochila con mayor peso de responsabilidad y disciplina.
Y es en esos momentos de definiciones, de crisis en el mejor sentido de la palabra, es que aparecen las distintas pruebas que de alguna manera testean que tanto estás hecho para resistir en ese escenario. La primera que me llegó a los pocos meses de haber comenzado mi emprendimiento fue el ofrecimiento de un empleo soñado en una multinacional. Una tentación interesante, que debo ser honesta consideré y en algún momento lamenté que no hubiese llegado antes… Pero ya había cambiado el chip, estaba switcheada en modo autogestión y no me veía trabajando para una sola organización sino para muchas. La adrenalina pudo más que el arquetipo de éxito asegurado de carrera profesional que te inculcaban en facultad. Había comprado el ticket para la montaña rusa de la aventura emprendedora de construir mi marca, mi propio proceso de trabajo, mi forma de ofrecer un servicio, sí MI…emprender en el inicio es muy egocentrista. Después el tiempo te da el baño de realidad necesario para diluir todo ese narcisismo, en el aprendizaje necesario de todos los innumerables errores cometidos.
Es a la intemperie, cuando luego de caer y levantarte varias veces, de resistir ensayo y error, de tomar diferentes caminos para evolucionar tu negocio, vas encontrando la manera de adaptarte al contexto y desarrollar el instinto necesario para anticipar los cambios. Hoy 18 años después, sigo a la intemperie, pero tengo paraguas de diferentes colores, sigo emprendiendo cosas nuevas, sigo eligiendo este camino y decidí tomar uno nuevo: inspirar y ayudar a otros que quieran aventurarse a crear su propio destino.